Los ajolotes (o axolotes), tienen el origen de su nombre del náhuatl, que significa “monstruo acuático”. Esta salamandra es endémica de los lagos del Valle de México y sobrevive en el lago de Xochimilco.
Los Ajolotes han contribuido significativamente a la ciencia, especialmente en los campos de la biología regenerativa y la medicina, debido a sus asombrosas capacidades de regeneración. Algunas formas en las que han ayudado son:
Regeneración de tejidos y órganos
Los ajolotes tienen la capacidad de regenerar extremidades, cola, espina dorsal, corazón, tejido ocular e incluso partes del cerebro. Esto ha llevado a estudios importantes sobre los mecanismos moleculares y celulares de la regeneración, con la esperanza de que los humanos puedan algún día regenerar tejidos dañados de manera similar.
Resistencia al envejecimiento y enfermedades
A pesar de tener una vida larga (más de 15 años en cautiverio), los ajolotes muestran una baja incidencia de enfermedades relacionadas con la edad, como el cáncer. Los científicos estudian cómo los ajolotes evitan la senescencia (deterioro asociado al envejecimiento) para aplicar este conocimiento en terapias antienvejecimiento en humanos.
Estudios sobre el sistema inmunológico
Los ajolotes tienen un sistema inmunológico eficiente que les permite regenerar partes del cuerpo sin rechazar sus propios tejidos, lo que es de gran interés en investigaciones sobre trasplantes de órganos y rechazo inmunológico.
Modelo en ingeniería genética
Debido a su capacidad regenerativa, los ajolotes son un modelo biológico clave en experimentos de edición genética, como los realizados con la técnica CRISPR, para explorar la regeneración y otros procesos biológicos.
Gracias a estas capacidades únicas, el ajolote ha sido objeto de numerosas investigaciones con aplicaciones potenciales en medicina regenerativa, tratamientos contra el cáncer, y la ciencia del envejecimiento.
Sin embargo, los ajolotes están en peligro crítico de extinción, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Su población ha disminuido drásticamente en su hábitat natural, que es el sistema lacustre de Xochimilco en la Ciudad de México, debido a varios factores como la pérdida de su hábitat debido a la urbanización y la contaminación de los canales de Xochimilco que han reducido considerablemente el área en la que los ajolotes pueden vivir. El sistema de canales está contaminado por desechos urbanos y productos químicos.
Además, la introducción de especies invasoras. Peces no nativos, como la tilapia y la carpa, han sido introducidos en el ecosistema de Xochimilco. Estos peces compiten por alimentos y también depredan los huevos y crías de ajolotes, afectando gravemente su reproducción.
La caza y captura excesiva de los ajolotes. Aunque ahora se crían en cautiverio, la extracción de individuos de su entorno natural ha afectado la población salvaje.
El cambio climático y la reducción en la calidad del agua de su hábitat también han contribuido a su situación crítica.
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